La violencia en las canchas de Filipinas volvió a encender el debate sobre la seguridad de los deportistas. Esta semana, un partido de la Maharlika Pilipinas Basketball League (MPBL) terminó en escándalo cuando el pivote Michole Sorela, de los General Santos Warriors, golpeó de manera directa al alero Jonas Tibayan, de los Mindoro Tamaraws, provocándole lesiones graves y una conmoción generalizada en el ambiente.

El incidente ocurrió el lunes, a 7 minutos y 33 segundos del cierre del tercer cuarto, con el marcador 41-39 a favor de los Tamaraws, en el Batangas City Coliseum. En medio de una jugada ofensiva, Sorela lanzó un puñetazo al rostro de Tibayan, que cayó inconsciente. Los médicos lo retiraron en camilla y lo trasladaron de urgencia a un hospital.

El diagnóstico fue contundente: fractura de mandíbula, conmoción cerebral, pérdida de un diente y múltiples puntos de sutura en el labio. El jugador fue sometido a horas de cirugía y, según medios locales, se encuentra estable y en recuperación.

La MPBL reaccionó con firmeza. Suspendió de por vida a Sorela e impuso una multa de 200.000 pesos filipinos (unos 3.500 dólares). “Condenamos el incidente y no toleraremos tales acciones”, declaró el comisionado Kenneth Duremdes.

Tanto los Warriors como los Tamaraws repudiaron la agresión. El equipo de Sorela calificó el hecho como “inaceptable” y contrario a los valores del deporte. Los Tamaraws, por su parte, anticiparon que impulsarán acciones legales mientras la Junta de Juegos y Diversiones estudia retirarle la licencia profesional.